Otros tres a la cuenta de Rojas de la Cámara y de Jaimito.
Editorial Valenciana, una de las mayores competidoras de Bruguera
durante la posguerra (la otra fue Buigas, editora de TBO), practicaba un
humor más blanco e infantil, con menor tendencia al costumbrismo y al
reflejo de la sociedad. Sus revistas señeras,
Pumby y
Jaimito, mostraban
personajes que habitaban mundos de fantasía poblados de animales
antropomórficos o vivían aventuras sin apenas referencias al mundo real.
En 1967 apareció en Jaimito la contrapartida de Valenciana al Anacleto
de Bruguera, 7-7-cero a la izquierda, creado por
Rojas de la Cámara.
Arturo Rojas de la Cámara (Paterna, 1930) fue un caso atípico dentro de
Editorial Valenciana. Inicio su trabajo en la misma a mediados de los
años cincuenta y pronto adquirió un estilo característico, menos suave
que el de sus compañeros de editorial, que emparentaba con el estilo
“moderno” que otros autores (Raf, Segura, Ibáñez) habían implantado en
Bruguera.
Para Valenciana creó personajes como
Nabucodonosor y Pío,
Eustaquio el Genio, o el personaje que nos ocupa ahora. Por
desavenencias con la editorial (los editores pretendían que los autores
de la casa imitaran a dibujantes de TBO como Benejam o Coll) marchó a
Bruguera, donde creó, entre otros, a
Don Percebe y Basilio, Angustio
Vidal y
Aníbal.
Ante la similitud entre Anacleto y su personaje, Rojas comentaba: «Que
coincidencia más sospechosa, ¿no? No recuerdo quién empezó antes de los
dos, lo cierto es que yo no lo copié. Puede que la editorial me pidiera
un trabajo de este tipo, ya te dije que quería seguir los personajes y
estilos de otros dibujantes de éxito.» Por tanto, ya fuera por
indicación editorial o porque simplemente estaba de moda el tema, en las
páginas de Jaimito apareció otro agente torpón ataviado con esmoquin,
de nuevo sin nombre, pero que dejaba claro que pertenecía a la agencia
P.E.P.O.L. (probablemente en relación con C.I.P.O.L., traducción
española del UNCLE de la serie de televisión The Man from UNCLE), y que
tenía un jefe calvo y con bigote con el que continuamente tenía
enfrentamientos debido a su inutilidad manifiesta. Partiendo
inicialmente de historietas de una página con escaso desarrollo
argumental (aparte de la comicidad de los personajes, la gracia estaba
en el gag final), al igual que Anacleto, la serie fue evolucionando: el
jefe (posteriormente descubrimos que se llamaba Tadeo) era sustituido
por el Súper, más bajito y gruñón; aparecían otros agentes de la
compañía de forma repetida, como el caso del fortachón Gugú, y las
aventuras pasaban a ocupar varias páginas, lo que hacía más atractivo el
producto. A diferencia de Anacleto, el ambiente en el que normalmente
se desarrollaban las historias era completamente urbano, y el enemigo
casi siempre era el mismo: Críspulo, espía bajito y barbudo del que no
se sabe bien para quién trabajaba. Aunque las historietas de 7-7-cero
(como todas las de Rojas) destacaban entre el resto de las de Valenciana
por su ya mencionado aspecto actual, la serie seguía de forma anodina
repitiendo esquemas una y otra vez: se encargaba a 7-7-cero alguna
misión (normalmente recuperar / entregar algún plano / microfilme), se
enfrentaba al enemigo (habitualmente, Críspulo) y el agente acababa
fracasando con reprimenda de sus superiores. Excepciones las hubo,
evidentemente, e incluso en una etapa avanzada del personaje, y creemos
por influencia del Anacleto de Vázquez, se permitió el autor ciertos
juegos con las viñetas que presagiaban un cambio de rumbo, a mejor. Pero
Rojas abandonó el personaje, que fue reeditado en varias publicaciones
de la casa (como Toby, en los años ochenta) y recopilado en escasos
álbumes dentro de la colección Colosos del cómic.
Texto extraído de: (2010):
"DE ZAPATÓFONOS, CONTRASEÑAS IMPOSIBLES Y
MICROFILMES. LAS PARODIAS SOBRE AGENTES SECRETOS EN ESPAÑA", en
TEBEOSFERA, 6, Sevilla.
Con estos tres tomos termino la recopilación de el
Superagente
supersecreto /-/ Cero a la izquierda, de Arturo Rojas, en la revista
Jaimito, así como en los extras y en la revista paralela
Selecciones de
Jaimito.
Si en algún momento pudiera disponer de los números faltantes,
realizaría una nueva edición.
El número/nombre de la página se corresponde con el del número de la revista.