ZATA
Manuel Zataraín Adulce, que firmaría Zata la mayoría de sus trabajos dentro del noveno arte.
Nacido en Valladolid en 1928, bien pronto sus innatas dotes artísticas le llevarían a hacer sus primeros pinitos en el mundo de la historieta. Tal es así que a la edad de 13 años ya había realizado un gran número de páginas influenciadas por el trabajo de los grandes maestros americanos H. Foster y Alex Raymond, que había conocido gracias a las ediciones españolas de Tarzán y Flash Gordon . Un buen ejemplo de esta temprana actividad como dibujante de tebeos es el cuadernillo El Rey Salvaje, que el Club Vallisoletano de Amigos del Tebeo editó como suplemento al nº19 de su colección Maestros de la Historieta.
Sus buenas dotes como dibujante iban a llamar la atención de los profesores y alumnos del Colegio de San José, por lo que sería fichado para colaborar en la revista colegial Vallisoletana, donde realizaría diversos trabajos gráficos, algunos de ellos relacionados con la historieta, como lo fue el de el Ídolo perdido .
También revistas como Mas y Valor y Fe recogieron parte de su labor de esta época. A mediados de los cuarenta decide ponerse en contacto con la revista Maravillas, suplemento de la muy conocida Flechas y Pelayos, para la que realizaría Los dos forzados; historieta de corte aventurero con ambientación exótica y con dos penados como protagonistas. Tras dibujar alguna que otra historieta para Flechas y Pelayos, ya a finales de los cuarenta los lectores vallisoletanos volverían a reencontrarse con su obra a través del periódico El Norte de Castilla. Para el decano de la prensa vallisoletana dibujaría, todavía muy influenciado por el arte de Alex Raymond, El Doctor Gildos, que tiempo después sería reeditado, con pequeñas modificaciones sobre el original, por la revista Chicos de la Editorial Cid.
Pero lo mejor de Zata para Chicos estaba por llegar. Y llegó con Quique Banderas. Una historieta protagonizada por un joven vendedor de periódicos que se veía envuelto en peligrosas aventuras con bandidos mejicanos y gánsters. Por cierto, los guiones de esta historieta corrieron a cargo de otro de los grandes de la novela popular y del tebeo producido en nuestro país, José Mallorquí, el creador del celebérrimo El Coyote.
A principios de los cincuenta, y tras realizar el servicio militar, decide trasladarse a Madrid, donde espera encontrar un ambiente editorial que, por desgracia, no existe en su ciudad natal. No mucho después de su llegada a la capital se le abrirían las puertas de un nuevo proyecto empresarial relacionado con el mundo de la historieta y que vería la luz con el anglosajón nombre de Boy.
Para esta publicación iba a crear a Pimpiricola y Picopardo, en la que demostraría, una vez más, que era uno de los mejores dibujantes de historietas de su generación. Tanto es así que, entre los aficionados y colegas de profesión, se le comenzó a conocer con el sobrenombre de el Alex Raymond español.
Tras realizar la mencionada Quique Banderas, Zata se iba a incorporar al equipo de Clarín, empresa dedicada a la actividad publicitaria, abandonando durante unos años su actividad como creativo de historietas.
Sería Ibergraf, en 1959, quien le recuperaría para la realización de viñetas. Para esta empresa y con guiones de otro de los grandes del tebeo hispano, Juan Antonio De Laiglesia -Ver Cuadernos de la Historieta Española nº7, dedicado a Piel de Lobo-, Manuel Zataraín dibujaría varias entregas de Capitán Martín.
Serie de tiras para ser publicadas en periódicos y revistas de todo el mundo que gozaron de un alto predicamento entre la crítica, considerándola una de las mejores publicadas dentro del género policiaco para adultos. En España, por ejemplo, pudieron leerse dentro del suplemento de la revistas Ama y en el nº19 de Maestros de la Historieta, dedicado en su totalidad a recoger la biografía del autor y a reproducir parte de su legado dentro del mundo tebeístico.
Después de esto su rastro se pierde en las publicaciones europeas, donde llegaría a realizar múltiples páginas de temática bélica y policiaca para el mercado inglés, que aquí no llegaron o, si llegaron, no de la manera que hubiera sido deseable. Pero antes de que esto ocurriese, todavía le dio tiempo a entregar unas cuantas páginas de Miguelín, basadas en el cuento homónimo de Joaquín Aguirre Bellver y que fueron publicadas en El Cuco,
un suplemento de historietas del diario Pueblo.
Desde 1970, tras abandonar la realización de tebeos, Zata se retiró a Marbella, donde dedicaría su tiempo al estudio de la obra velazqueña y a la pintura al óleo, su otra gran pasión.
El 14 de junio de 2013, tras larga enfermedad, fallecía en la localidad de Marbella uno de los mejores representantes de la historieta española de todos los tiempos: Descanse en paz el maestro.
Fernando Bernabón (Vallatebeo)
En este volumen se recogen sus trabajos en la revista Chicos, de Ediciones Cid: Quique Banderas y una aventura en cuatro episodios (ignoro si hay más) de Doctor Gildos, personaje creado anteriormente para el periodico El Norte de Castilla, de Valladolid.
Muchas gracias Emilio por este aporte. Desconocía a este artista español. Un cordial saludo.
ResponderEliminarEl link no funciona
ResponderEliminarGracias. Un abrazo
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