ALBERTO JESÚS BALBI
Nacido en 1942, Alberto Balbi (así se lo nombra en una nota que le hizo la revista Dibujantes en 1966), sí puede ser considerado un “maestro olvidado”. Publicó sus primeros trabajos en la revista Corso Pete en 1959. Para la misma época colaboró también en Puño Fuerte y Fuego y formó parte junto con Lito Fernández, José Muñoz, Rubén Sosa y Leopoldo Durañona, entre otros, del grupo de jóvenes que en Hora Cero y Frontera y luego en Batalla Inolvidables reemplazaron a aquellos dibujantes mas notorios que por diversos motivos habían dejado de colaborar en esas publicaciones. Durante ese período en Editorial Frontera Balbi realizó episodios de Ernie Pike, de Cuentos de la Ciudad Grande y unitarias de distinta índole, donde se destaca por la fuerza de su estilo.
Tras realizar el servicio militar se aleja temporariamente de la historieta para dedicarse al dibujo animado. No sin dificultades logra posteriormente vincularse a Columba a mediados de los sesenta y, ya sea por decisión propia o por imposición de la editorial, cambia radicalmente su estilo y pasa a una linea mucho más clara con la cual realiza por ejemplo “Detective del Aire” en El Tony en 1966 y posterirmente en 1968 e ilustra algunos de los primeros guiones de Robin Wood, entre ellos “Esa pequeña nostalgia color oro” y “Ella, él y la nostalgia”, ambas en Intervalo.
En 1971 dibuja en la revista Top episodios de Ernie Pike y de la serie “Más allá del planeta Tierra” y colabora en las revistas El Huinca y Fabian Leyes donde, entre otros trabajos, realiza historietas sobre la vida de caudillos argentinos con guiones de Jorge Morhain. En 1974 y utilizando un estilo semihumorístico dibuja en Satiricón dos historietas tituladas “Australio Onofre Susvin” y “El General Susvin” con guiones de Carlos Trillo.
En 1979 junto con Enrique Cristóbal realiza unitarias del género western para Record, que se publicaron en Skorpio Gran Color. Colaboró también para la Skorpio italiana, siendo uno de esos trabajos el titulado “Giungla di pietra”, publicado en 1980. En los años ochenta vuelve al dibujo animado y sigue colaborando con Record-Eura con trabajos como “Historias de New Orleans”, “Por una flor”, “Historia movida”, “Los genocidas”, “Kukulkan” (con Oswal) y “Gatos, ratones, etcétera”, en los cuales interpretó guiones de Alfredo Grassi, Ricardo Barreiro y Carlos Trillo, entre otros autores. Este vínculo de Balbi con Record no parece haberse extendido más allá de 1987-1990, no existiendo luego de esa fecha mayor información sobre su actividad profesional.
En enciclopedias o historias se lo menciona como discípulo de Alberto Breccia en la Escuela Panamericana de Arte en los años sesenta, junto a Rubén Sosa, Leopoldo Durañona, José Muñoz y Jorge Moliterni.
José Massaroli señala que alrededor de 1986 fue su compañero en el estudio de animación Jaime Díaz, y trabajaron juntos en una serie llamada Wildfire, para Estados Unidos. Además, subraya que tenía fama de ser “el mejor alumno de Breccia” y que colaboró con Lito Fernández en un capítulo de Precinto 56 (1974), guionada por Ray Collins.
Esta recopilación sólo aspira a apoyar una recuperación de su figura, con la esperanza de que algún experto en el tema emprenda una investigación sobre su obra.
Tal vez la razón de que sea poco conocido se deba al hecho que sólo dibujó historietas autoconclusivas y nunca gestó en dupla con un guionista un personaje o una saga, que tanto predicamento aportan si son exitosos. Por eso, sólo comentaremos algunas de sus producciones aparecidas en la famosa revista Skorpio.
En Los genocidas (1985), el guión de Emilio Balcarce describe una invasión a la Tierra por parte de unos robots gigantes, también denominados “Los ángeles del Apocalipsis”. Balbi emplea abundantes y logradas aplicaciones a pincel y prueba ser un maestro en el manejo de las sombras. Su trazo fresco y ágil incursiona en manchas, negros plenos, texturas y líneas que estilizan los cuadritos. A veces representa la figura humana mostrando sólo su contorno y sugiriendo con gran sentido de la síntesis las facciones y la vestimenta. Hay una nave espacial de original diseño.
Alfredo Grassi ambienta Kukulkán (1985) en la selva, en donde un arqueólogo y su guía buscan la ciudad perdida de ese nombre. Balbi se emplea a fondo planteando planos generales de notable calidad. Otro de sus aciertos y marcas de estilo son los personales registros de las nubes, y las caras expresivas de los personajes porque cincela los rasgos y gestos con innumerables detalles. Es todo un hallazgo un plano general alejado y en picada que muestra la misteriosa ciudad. Además, el exhibe su talento plástico al registrar lugares tenebrosos y opresivos, como los templos de dioses desconocidos.
El monólogo interior de un personaje atormentado por la automatización de una sociedad, cuyos habitantes son “robots asquerosos de carne y hueso”, preside el texto de Alguien por quien morir (1986), de Roger King. El estilo innegablemente clásico de nuestro artista se acerca, con sus blancos y negros contrastados, al Alex Raymond de Rip Kirby (1946) y expone un diseño de página muy profesional.
El guión imaginativo de Carlos Trillo presenta en Evelyn (1986) a tres personajes que huyen desde diferentes sitios y por distintos motivos para confluir en la “Calle de Las Cabezas Perdidas” y componer un singular trío que se lanza tras apasionantes aventuras en Bombay, India. Aquí Balbi aprovecha la oportunidad para cambiar continuamente de planos y exhibir su virtuosismo: interiores de templos extraños y monumentales, la ciudad nocturna, la fascinante fauna de la selva y la refinada belleza de la heroína. La tapa de este Super Skorpio Nº 130 (Libro de Oro) corresponde a esta historieta.
Gatos, ratones, etcétera (1987), escrita por Guillermo Saccomanno, es una interesante historia de dos delincuentes que persiguen a un tercero, que escapa con una maleta llena de dinero hasta desembocar en un callejón sin salida. La trama ofrece un paralelismo con la peripecia de dos gatos que corren tras un ratón que se esconde en ese mismo paraje. La ambientación nocturna permite a Balbi lucirse con varias técnicas de sombreado.
Ricardo Barreiro en La momia (1987) plasmó la acción en unas catacumbas, y utiliza numerosas viñetas mudas, factor del que se sirve el artista para exhibir su grafismo, sobre todo en la escena final en la que la imagen reemplaza el comentario del texto.
Fuentes: Mil Plumines Argentinos y La Duendes
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Mil Plumines de la Historieta Argentina lo cita como Alberto Jesús Balbi.
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ResponderEliminarGRACIAS
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