lunes, 30 de marzo de 2020

Carlos Trillo y Carlos Meglia: dos amigos, dos grandes... EAGZA
























 En 1992, dos amigos, dos grandes, dos ídolos que hoy ya no están, 
se juntaron para contar esta historia. Carlos Trillo y Carlos Meglia ya llevaban algunos años trabajando juntos, pero todavía no habían creado a Cybersix, la más famosa de sus colaboraciones. 
Entonces, con cada nueva idea que se les ocurría (y eran muchas) iban con pies de plomo, mansitos, de a pasos chiquitos. Esa fórmula, que les dio resultado con Irish Coffee (por ejemplo), con El Libro de Gabriel les salió mal. Tirar la cantidad de ideas que tira Trillo en sólo 44 páginas es poco menos que un disparate. Ahí hay conceptos y premisas para una serie larguísima, hasta para un comic mensual de Vertigo, de esos que duran sesentaipico de episodios. Y estas 44 páginas parecen eso: los dos primeros episodios de una serie larga, que nunca podremos leer.

El libro de Gabriel cuenta la historia del arcángel de ese mismo nombre, quien anda buscando a Lázaro (el del famoso “levántate y anda”) para resucitar a un chico al que mató accidentalmente, y por cuya muerte perdió el Cielo. Enfrente tiene a los siervos del Caído más famoso (y mejor organizado, parece). Para llevar a buen puerto su misión, enlista la ayuda de otro arcángel, Miguel. O Michelle, como se hace llamar en esta encarnación, a cuenta de las sinuosidades y voluptuosidades que eligió.

Pareciera, entonces, que es una típica historia de aventuras con el toque “sobrenatural” que aporta siempre meter la acción entre los misterios de la fé. Sin embargo, entre tiroteos, persecuciones e investigación, lo que en verdad narran los dos Carlos es una historia muy íntima, muy de dos personas que se (re)encuentran y se (re)descubren.

También es posible entender El libro de Gabriel como una “historia cristiana” (Meglia trabajó mucho el tema). Pero no por la simple presencia de la iconografía religiosa. 
Es que más allá de los desmanes que la jerarquía eclesiástica haya hecho en el transcurso de su milenaria existencia, en el transcurso del relato que proponen los dos Carlos, 
el protagonista y su ad látere generan un lazo en el que se destacan varios de los principales rasgos de la mítica cristiana, como la compasión, el arrepentimiento, la humildad y, claro, l
a búsqueda de la Gracia Divina.

El trabajo de Meglia, en tanto, es muy particular. Es curioso cómo la historia tiene 
tantas viñetas que transcurren en espacios muy cerrados: callejas urbanas, descansos de escaleras o habitaciones de hoteluchos. Pese a estas situaciones complicadas, el dibujo siempre es claro y la narrativa ajustada. El dibujante recurre a muchos contrapicados y 
 completa cada viñeta en la que plantea una escena con un montón de onomatopeyas, con las que termina de construir ambiente y se ahorra otros cuadros que ralentizarían el fluir de la historia.

En un período de desarrollo entre Irih Coffee y Cybersix, su estilo es igualmente fuerte, impactante, con mucho de estilo animado y mucha fuerza kinética, todo lo que le hizo marcar escuela. Sin embargo, muchas veces la expresividad del dibujo no acompaña a la emoción de las palabras (llanto en Gabriel, perplejidad en Lázaro...)

Publicado originalmente en dos partes en los números 27 y 28 de Puertitas, revista creada en los 90 por el guionista para editar en Argentina lo que publicaba en Europa, “El Libro de Gabriel” es una lectura agradable, una obra de dos vacas sagradas de la historieta argentina, pero dista mucho de estar entre sus mejores producciones.

La editorial Napoleones sin Batallas re-editó El Libro de Gabriel coloreado por Carolina Azadte.

Fuentes: Soretes azules - avcomics.wordpress - La Duendes 












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