Una de las más interesantes obras de Robin Wood, con dibujos de Rúben
Marchionne. Desgraciadamente, solo los tres primeros tomos están en
color, en el cuarto hay algún episodio en gama de grises y estos son
mayoría en los tomos 5 y 6.
Estamos a fines del siglo XIX y el panorama no es alentador para los extranjeros ya que, movilizados por un creciente sentimiento xenófobo y liderados por una secta de expertos luchadores fanáticos –los boxers-, se producen cuantiosos y violentísimos levantamientos en contra de emplazamientos europeos en territorio chino, a los que se acusa de atentar en contra de la milenaria cultura local pervirtiendo y contaminando sus costumbres.
Sea como fuere, el doctor René Xavier confía en su prestigio entre los nativos y decide quedarse ahí donde está. Mala elección, por supuesto, pero apenas tiene tiempo de arrepentirse cuando ya es pasado por las armas, seguido por su esposa. Daniel huye en silencio, y en silencio utiliza por primera vez uno de sus poderes –su mirada hipnótica- cuando uno de los asesinos intenta darle alcance; pero como aún no sabe matar con los ojos, remata el asunto –y al chino- con el arma de su padre, una muy terrenal y contundente Colt Navy.
Providencialmente, el señor Hong, un bóxer que debía la vida al doctor René, opta por olvidar la causa de sus hermanos y decide huir con el niño y criarlo como hijo suyo. Comienza así una nueva vida para Daniel Alexander Xavier. O DAX, como comienzan a llamarlo.
Adoctrinado por el bóxer Hong, Dax se convierte en un experto luchador de ese boxeo que utiliza piernas y brazos. Y aunque es temido por sus vecinos –comienza a difundirse la creencia de que tienen tratos con el diablo-, trabaja a la par de ellos en los arrozales y parece ser feliz en compañía de su padre adoptivo y su hija, la cieguita Yen-Li. Incluso se niega a volver a Francia cuando emisarios de su riquísima familia parisina envían por él.
Sin embargo, tiene poco tiempo para pensar en esto: estando él ausente, unos piratas matan a Hong y raptan a Yen-Li. Se larga entonces a la aventura, siguiendo el rastro de su hermana que, por su belleza, se convierte en obsequio de cuanto poderoso bandido circule por allí. Y aquí y allá Dax va dejando su marca y forjando su leyenda; instintivamente ayuda al prójimo desinteresadamente y también, instintivamente, utiliza esos poderes inexplicables que ostenta: hipnosis, telequinesis, dominio del fuego, etc.
Meses de búsqueda lo encuentran al final del camino al frente de un barco pirata, amo y señor de las voluntades de todos sus tripulantes. Todo concluye en la Isla del Dragón cuando, a un paso de rescatar a su hermana, opta por no hacerlo al notar que la niña se ha enamorado de su captor, un temido señor de la guerra.
Ya libre de las responsabilidades que guiaron sus pasos en los últimos años, Dax encuentra tiempo para ocuparse de la naturaleza de sus poderes. Su encuentro con un monje Shaolin lo convence de que es en el templo oculto de estos seres de legendaria pureza y sabiduría donde hallará las respuestas y encontrará sentido a su vida.
Hacia fines de 1983 Robin Wood comenzó a despegarse de Dax dejando los guiones, alternativamente, en manos de sus colaboradores habituales: Armando Fernández, Ricardo Ferrari y Gustavo Amézaga. Finalmente, fue este último quien se hizo cargo de la serie durante tres años; primero lo acompañó Marchionne y luego Frank Szilagyi. Terminada esa etapa, y hasta mediados de los ’90, este dibujante y Ricardo Ferrari siguieron contando originalísimas historietas del querido personaje.
Texto extraido de una reseña de Ariel Avilez.
Estamos a fines del siglo XIX y el panorama no es alentador para los extranjeros ya que, movilizados por un creciente sentimiento xenófobo y liderados por una secta de expertos luchadores fanáticos –los boxers-, se producen cuantiosos y violentísimos levantamientos en contra de emplazamientos europeos en territorio chino, a los que se acusa de atentar en contra de la milenaria cultura local pervirtiendo y contaminando sus costumbres.
Sea como fuere, el doctor René Xavier confía en su prestigio entre los nativos y decide quedarse ahí donde está. Mala elección, por supuesto, pero apenas tiene tiempo de arrepentirse cuando ya es pasado por las armas, seguido por su esposa. Daniel huye en silencio, y en silencio utiliza por primera vez uno de sus poderes –su mirada hipnótica- cuando uno de los asesinos intenta darle alcance; pero como aún no sabe matar con los ojos, remata el asunto –y al chino- con el arma de su padre, una muy terrenal y contundente Colt Navy.
Providencialmente, el señor Hong, un bóxer que debía la vida al doctor René, opta por olvidar la causa de sus hermanos y decide huir con el niño y criarlo como hijo suyo. Comienza así una nueva vida para Daniel Alexander Xavier. O DAX, como comienzan a llamarlo.
Adoctrinado por el bóxer Hong, Dax se convierte en un experto luchador de ese boxeo que utiliza piernas y brazos. Y aunque es temido por sus vecinos –comienza a difundirse la creencia de que tienen tratos con el diablo-, trabaja a la par de ellos en los arrozales y parece ser feliz en compañía de su padre adoptivo y su hija, la cieguita Yen-Li. Incluso se niega a volver a Francia cuando emisarios de su riquísima familia parisina envían por él.
Sin embargo, tiene poco tiempo para pensar en esto: estando él ausente, unos piratas matan a Hong y raptan a Yen-Li. Se larga entonces a la aventura, siguiendo el rastro de su hermana que, por su belleza, se convierte en obsequio de cuanto poderoso bandido circule por allí. Y aquí y allá Dax va dejando su marca y forjando su leyenda; instintivamente ayuda al prójimo desinteresadamente y también, instintivamente, utiliza esos poderes inexplicables que ostenta: hipnosis, telequinesis, dominio del fuego, etc.
Meses de búsqueda lo encuentran al final del camino al frente de un barco pirata, amo y señor de las voluntades de todos sus tripulantes. Todo concluye en la Isla del Dragón cuando, a un paso de rescatar a su hermana, opta por no hacerlo al notar que la niña se ha enamorado de su captor, un temido señor de la guerra.
Ya libre de las responsabilidades que guiaron sus pasos en los últimos años, Dax encuentra tiempo para ocuparse de la naturaleza de sus poderes. Su encuentro con un monje Shaolin lo convence de que es en el templo oculto de estos seres de legendaria pureza y sabiduría donde hallará las respuestas y encontrará sentido a su vida.
Hacia fines de 1983 Robin Wood comenzó a despegarse de Dax dejando los guiones, alternativamente, en manos de sus colaboradores habituales: Armando Fernández, Ricardo Ferrari y Gustavo Amézaga. Finalmente, fue este último quien se hizo cargo de la serie durante tres años; primero lo acompañó Marchionne y luego Frank Szilagyi. Terminada esa etapa, y hasta mediados de los ’90, este dibujante y Ricardo Ferrari siguieron contando originalísimas historietas del querido personaje.
Texto extraido de una reseña de Ariel Avilez.
¡Muchas gracias por tremendo aporte!
ResponderEliminarFENOMENAL....
ResponderEliminarEmocionado !!!! millones de gracias !!!
ResponderEliminarTengo algunos episodios en color que le envío a Granada XV para que te los haga llegar. Gracias EAGZA y saludos
ResponderEliminarj.Rab
Gracias J. Rab
ResponderEliminarmuchas gracias por esta obra
ResponderEliminarGracias totales.
ResponderEliminarEste es de mis favoritos!
ResponderEliminarMuchas gracias!
Mushisimas gracias !!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarExcelso...divino!...muchas gracias
ResponderEliminarson unos genios. Muy agradecido.
ResponderEliminarMuchas gracias
ResponderEliminarExcelente trabajo, como siempre
Saludos