sábado, 25 de julio de 2020

"El viaje de San Brandán" de Benedeit y otros - Aporte de Urijenny. LIBROS ILUSTRADOS nº 32


"El viaje de San Brandán"

Alrededor del siglo XI, una historia recorría todo el Continente Europeo. Una historia que se difundía en cientos de manuscritos, y que se relataba en monasterios, cortes, ciudades y aldeas. Una historia sobre un abad, natural de Irlanda, que, junto a catorce de sus compañeros, había realizado un largo viaje por el temido, furioso e impenetrable Océano Atlántico. En ese viaje divisaría multitud de islas maravillosas y territorios legendarios, viviendo una serie de aventuras que lo convirtieron en uno de los personajes más conocidos de la Europa medieval. Ese abad se llamaba Brandán. Y su historia pasó a formar parte del imaginario mítico de Occidente.

¿Quién era este personaje? Históricamente, no sabemos demasiado de él. Brandán nace a finales del siglo V en Tralee, en el condado irlandés de Kerry. Con una sólida educación cristiana, solo comparable a su inquebrantable fe, pronto Brandán comenzó a difundir la palabra de Dios a lo largo y ancho de las islas británicas, fundando enclaves monásticos en las islas de Arán y predicando el Evangelio por las islas escocesas, Gales, y Bretaña. Alrededor del año 557 fundó un monasterio en Clonfert (Galway, Irlanda), convirtiéndose en su Abad y permaneciendo ahí hasta su muerte. Y ahí, en ese monasterio, es donde comienza la leyenda.

La historia que hizo que la fama de Brandán traspasara la frontera de las Islas Británicas y recorriera la Europa Medieval comienza una noche, en el Monasterio de Clonfert, cuando recibe la visita de un anciano monje, de nombre Barinto, que le relata la existencia de una serie de Islas Maravillosas en el Océano Occidental, más allá de los límites del Mundo Conocido. Maravillado por el relato, Brandán convence a catorce de sus monjes para construir un curragh (embarcación tradicional irlandesa hecha de madera y cuero) y emprender la navegación por el océano. Sin velas, sin timón, sin rumbo. Realmente, no lo necesitaban. Sería Dios quien los guiaría. A lo largo de siete años, Brandán y sus compañeros navegan por el Atlántico, encontrando un gran número de islas maravillosas: la Isla de los Pájaros, en la que las aves cantan salmos y alaban a Dios. La isla en la que Judas cumple su penitencia. Un enorme pilar de cristal en un mar de niebla que tardan tres días en rodear. Estas y otras islas conforman un auténtico catálogo de maravillas tras el cual llegan al mejor destino de todos: el Paraíso. Tras ser recibidos ahí por San Pablo el Ermitaño y admirar las bondades de esa Tierra Prometida, navegan de vuelta a Irlanda, donde Brandán fallece tiempo después.
Esta historia fue registrada por escrito por primera vez en el siglo X, en una obra denominada "Navigatio Sancti Brandani" ("La Navegación de San Brandán"), convirtiéndose en un auténtico best-seller durante siglos. Más de 100 manuscritos son conocidos de esta historia, y se llegó a traducir a la mayoría de las lenguas vernáculas europeas. Un verdadero fenómeno literario que traspasó fronteras, tanto geográficas como culturales.

Y si la historia de San Brandán fue tremendamente conocida en el contexto medieval y moderno. Quizás más conocido fue uno de sus episodios: en un momento dado del viaje, los monjes desembarcan en una isla para celebrar la misa, comer y descansar un poco. Cuando los hermanos se encuentran encendiendo una hoguera, la isla empieza a moverse violentamente, por lo que huyen despavoridos hacia el curragh. Pero Brandán les cuenta qué es lo que ocurre realmente: no estaban sobre una isla. Estaban sobre el lomo de un pez gigante, que con el tiempo la tradición identificó con una ballena. La historia de Brandán y la isla-ballena tuvo una enorme difusión. Se representó en miniaturas, se narró en manuscritos, se trató en obras geográficas y, cómo no, apareció en mapas.


El primer mapa en el que aparece la historia brandaniana es el famoso mapa de Hereford
 (c. 1291), en el que, en la esquina inferior derecha, junto a las Islas Afortunadas, una inscripción en latín nos indica que las Afortunadas son seis islas,
y que son las Islas de San Brandán.

Y aquí empieza una relación que llega hasta la actualidad: la identificación de la mítica Isla de San Borondón con las Islas Canarias. Aún hoy, una leyenda popular afirma que existe una misteriosa isla, en la parte occidental del archipiélago canario, que aparece y desaparece caprichosamente, y que no permite ser visitada. Y justo eso es lo que muestra el mapamundi de Ebstorf, realizado a finales del siglo XIII en el monasterio de la localidad alemana del mismo nombre, y desaparecido en un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial. En este mapa se hace referencia a la isla de San Brandán como Insula Perdita (Isla Perdida), y se afirma que fue encontrada por el monje, pero nadie más ha logrado dar con ella. Y así se fue alimentando la leyenda. En gran parte de los mapas medievales y modernos había un espacio en el Atlántico dedicado al recuerdo de San Brandán, e incluso, en ocasiones, esta referencia superó los límites culturales europeos para formar parte de documentos cartográficos de Oriente Próximo, ya que aparece en el mapa del
 otomano Piri Reis de 1513.

Se incluyen en el pack 3 traducciones al castellano de antiguas versiones de la aventura de
 San Brandán.
 




"El viaje del Brendan" de Tim Severin

Siempre llega un momento en que la leyenda se convierte en realidad. Hay que tener en cuenta que la frontera entre referentes geográficos legendarios y reales no existió de la manera en que existe en la actualidad. La Isla Perdida de San Brandán no había sido encontrada, pero eso no significaba que no existiera. De hecho, la tradición de una Isla Perdida, sumida en la bruma y la obscuridad, ha sido compartida por diversas culturas a lo largo de la Historia. El mito de la Isla Perdida no comienza su andadura con la redacción de la "Navigatio". Ya desde los principios de la cultura clásica, leyendas relacionadas con islas que aparecen y desaparecen caprichosamente forman parte del acervo cultural colectivo.
En 1976 el historiador y navegante inglés Tim Severin, que conocía la historia de San Brandán y pensaba que, quizás, no se tratese de una simple leyenda, reúne a una tripulación de marineros, construyen una réplica exacta de un curragh tradicional como el que usó San Brandán, y, el 16 de mayo de 1976 (día de San Brandán) zarpan hacia el Atlántico. Sin brújulas. Sin herramientas modernas. Simplemente ellos, el curragh, las velas y el océano. Y, para su asombro, a lo largo de la travesía llegan a una serie de islas con unas características sospechosamente parecidas a las que se narran en la historia de San Brandán. La Isla de las Ovejas que aparecía en el relato original podía tratarse de las Hébridas. Las Islas Feroe le recordaban a la Isla de los Pájaros de la historia brandaniana. Y, en las obscuras aguas del Atlántico Norte, una serie de icebergs parecían gigantescas columnas de cristal. ¿Podían ser las columnas de cristal que relataba Brandán? Un año después de haber salido de Irlanda, el curragh de Severin y su equipo llegó a Norteamérica.
 ¿Quizás el Paraíso de Brandán?

Quién sabe, pero, contra todo pronóstico, una pequeña y humilde embarcación, idéntica a la que habían usado Brandán y sus compañeros, había cruzado el Atlántico simplemente dejándose llevar. Severin no quiso aventurarse a asegurar que la historia de San Brandán fuera verdad, pero demostró que una embarcación construida igual que en el siglo VI puede llegar a tierras americanas, pasando por islas que recuerdan a las que visitaron aquellos monjes irlandeses según un relato que tenía diez siglos de antigüedad. Severin narró su accidentado viaje en el libro: "The Brendan Voyage" ("El viaje del Brendan"), que se convirtió también en un best-seller internacional y se tradujo a 16 idiomas. Quizás nunca sabremos si "El viaje de San Brandán" es simple leyenda, o más bien la adaptación imaginativa de un viaje real.

Pero quizás tampoco nos haga falta saberlo; fue la leyenda la que conformó una tradición que, a día de hoy, quince siglos después de la muerte de Brandán, nos sigue haciendo soñar despiertos.


Otra reseña:

No fue Colón quien descubrió América, sino un monje irlandés del siglo VI, San Brendan.

Ésta fue la hipótesis que Tim Severin se propuso probar y para ello se entregó, primero, a un meticuloso estudio de los antiguos escritos sobre los viajes transatlánticos de los legendarios monjes-marinos de Irlanda. El segundo paso consistió en la construcción de una embarcación idéntica a la descripta por los textos: ¡de cuero! Y, por último, se dio comienzo a uno de los viajes más apasionantes de la historia moderna.

Esta cesta de cuero fue barrida por huracanes, desgarrada por montañas de hielo flotantes y vuelta a reparar en medio de las tormentas; fue asediada por ballenas asesinas atraídas por el casco de proteína, y aclamada por los amantes de las aventuras marítimas de todo el Mundo cuando llegó, por fin, al Nuevo Mundo.

Esta increíble historia está relatada con humor y sobriedad por Tim Severin e ilustrada con impresionantes fotografías tomadas por el National Geographic. En suma, un libro bello, emocionante y noble a la altura de la gesta.




Tim Severin vive en County Cork, Irlanda, y en Londres. Se graduó con mención honorífica en la Universidad de Oxford y es también un Fellow de las universidades de Harvard y California.

Es un experto en todo tipo de exploraciones y sobre este tema ha escrito seis libros.



"Navigatio" de Javier González Rodríguez

Tras el falso muro de una iglesia en restauración en un pequeño pueblo de Castilla, aparecen la talla de una Virgen, un extraño manuscrito, los restos momificados de un monje, 
y la presunta reliquia de la pluma de un ángel.

Con un desarrollo rápido y no exento de referencias religiosas y científicas, la trama va convergiendo alrededor de la leyenda de la fantástica Isla de San Borondón.
El estudio del manuscrito, una supuesta falsificación de un texto medieval del siglo VI, el "Navigatio Sancti Brandani Abbatis", arroja conclusiones imposibles y el Vaticano no encuentra una explicación científica razonable para la hipotética reliquia. Alejandra Recasens, la doctora forense encargada de la autopsia de los restos del monje, y el historiador americano Sebastian Cameron, se verán involucrados en la investigación de estos extraños hallazgos.

Ambos están a punto de descubrir un secreto que cambiará la historia de la Humanidad, el concepto que tenemos del tiempo, y sus vidas para siempre. Para ello tendrán que repetir el legendario viaje que unos monjes realizaron hace más de mil quinientos años. Y descubrir que en mitad del océano, detrás de la niebla, desde hace siglos, les están esperando todas las respuestas.

En la Isla de Final del Tiempo.

 



 





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9 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla de posteo! El tema es apasionante y su presentación fantástica. Muchas gracias por alegrarnos este sábado tan caluroso.

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  2. Todo un lujo a nuestro alcance!!. Muchas gracias

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Muchas gracias por tan buen trabajo. Gustavo

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  5. Magnifico; muchas gracias!! Un abrazo

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  6. Muchas gracias amigos Andrew Wallace, Fernando62, Gustavo, Diego, y Chavea, por comentar. Me alegro de que les haya gustado el post y los libros. Un saludo cordial.

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  7. Muchas gracias. Muy buen blog.

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